El estilo atemporal de Isabel II
19 de septiembre 2022
3 minutos
La reina Isabel II será recordada a través del tiempo por muchas razones y una de ellas será la sobriedad y elegancia en su manera de vestir, logrando crear un estilo personal, más allá de modas o tendencias temporales. Isabel siempre se vistió acorde al rol que le tocó desempeñar y aunque muchas veces se le criticó por ser demasiado tradicional al vestir, nadie puede negar que desarrolló un estilo propio, al cual se le ha denominado “El estilo Isabel”. Aquí la historia:
Durante los 70 años que duró el reinado de Isabel II, ella se encargó a través de muchas maneras de demostrar al mundo lo que significa ser una soberana en todo el sentido de la palabra, y no solo nos referimos a su conducta siempre adecuada, con un control de emociones impresionante inclusive en momentos donde más de uno se derrumbaría; sino también a su manera de vestir; creando un estilo muy personal de carácter atemporal, caracterizado por prendas clásicas muy elegantes.
La sobriedad fue siempre la base sobre la cual la reina desarrolló su estilo y a pesar que muchas veces utilizó diseños y colores muy tradicionales y en otras tonos estridentes, nadie podrá negar que siempre lució impecable, independientemente de la edad y la ocasión. A lo largo de siete décadas, la reina desplegó a través de la ropa un respeto por el cargo que tenía, convirtiendo su estilo en un sello, una marca de lo que significa ser reina.
La imagen que un monarca debe tener no ha sido preocupación exclusiva de la reina Isabel II. En tiempos del rey Jorge VI (1895-1912) -su padre-, se le daba una especial atención a la ropa que utilizaba el monarca y su esposa con un objetivo muy claro: “darle seguridad al pueblo a través de la vestimenta de la pareja real”; y es que el rey Jorge asumió el cargo en coyuntura bastante confusa, después de la renuncia de su hermano mayor Eduardo (1894-1972) cuando a éste no se le autorizó el matrimonio con la dos veces divorciada Wallis Simpson (1896-1986), y este era un momento muy importante para decirle al pueblo británico que el nuevo rey no tenía ningún plan de renunciar y la vestimenta era pieza clave para comunicar este mensaje.
Para lograrlo el rey tenía la asesoría del legendario diseñador Norman Hartnell (1901-1979), que recorría el Palacio de Buckingham buscando inspiración con la finalidad de lograr diseños que siempre estuvieran alineados a la tradición y el estilo de la Casa Real Británica. Esto lo tuvo muy claro la reina Isabel II, de modo que cuando fue ella la que tuvo que reinar se preocupó en crear un estilo que cumpliera con ese objetivo: “darle seguridad al pueblo”; y vaya que lo logró.
Si uno revisa las fotografías de Isabel a través de los años, su estilo es casi el mismo, no ha sufrido mayores cambios. Si bien los colores o diseños pueden haber sufrido alteraciones la imagen como un conjunto siempre es básicamente la misma, sea 1965, 1987, o 2012. La reina siempre lució un "estilo atemporal" que la identificó por siete largas décadas.
Isabel asumió la responsabilidad de guiar los destinos del pueblo británico en 1953, en una muy elaborada ceremonia, pero curiosamente a pesar del boato y la pompa de un evento de este tipo, el traje que utilizó era elegante pero a la vez un símbolo de prudencia. El diseñador encargado de vestirla fue Hartnell, que presentó nueve diferentes opciones, entre las que al final la reina escogió la #8: un diseño en color hueso, ricamente bordado con perlas y cristales, pero todo a un solo tono, revelando una imagen de dignidad y respeto por la institución que recorrió el mundo entero.
La reina entendió rápidamente el poder del vestuario para manifestar una posición, y es por eso que nunca se dejó llevar por modas temporales, siempre vistió de manera clásica, tradicional y perfecta. Cada uno de sus atuendos siempre fue una oportunidad de reflejar una imagen de confianza y estabilidad.
No es que la reina utilizara un uniforme, todo lo contrario, su vestuario a lo largo de los años tuvo cambios, y así podía utilizar colores enteros, pero también estampados y donde el largo de la falda también subió y bajó de acuerdo a las tendencias, pero jamás lució una minifalda. Por lo general utilizó siempre sombreros, que en los setenta reemplazó en algunas ocasiones con turbantes; y es que no era aburrida, pero muy pero muy clásica.
Cuando pasó la barrera de los setenta años, la reina optó por la comodidad, y así se volvió "la suprema sacerdotisa del abrigo", pero optó por colores muy vivos, como el fucsia, el celeste, el amarillo o el verde limón. La idea del abrigo era hacerla más próxima al pueblo, era más o menos la imagen que una dulce pero elegante abuelita debía tener, pero también una manera de ser identificada rápidamente por el servicio de seguridad, y es que ya alguna vez un loco trató de atentar contra su vida, y hacerla más identificable a través de los colores de su vestimenta era una manera de protegerla.
En sus memorias, Hardy Amies (1909-2003), diseñador inglés que durante una época tuvo la responsabilidad de vestir a la reina señalo: “para la reina el estilo era mucho más importante que verse a la moda, palabra que no estaba en su vocabulario, ella quería verse impecable, pero principalmente elegante".
Durante sus últimos años la reina estuvo extremadamente preocupada por como lucía y dedicaba horas en compañía de su asistente personal Angela Kelly-1957 para crear un guardarropa que fuera a la vez un manifiesto de lo que significa estilo y elegancia para una mujer mayor de ochenta; y es así que en sus apariciones públicas siempre se la veía radiante; utilizando por ejemplo guantes de Cornelia James, sombreros de Rachel Trevor-Morgan, calzado de Anello & Davide y su muy tradicional bolso negro de la exclusiva marca Launer.
Stewart Parvin que ha venido diseñando para la reina desde el año 2000 comentó en una una entrevista realizada hace ya un tiempo, que cada uno de los outfits que la reina utiliza es bautizado con un nombre y se registra en un archivo con la información de cuando y con quién fue utilizado, de modo que Isabel podía repetirlos con la seguridad que los asistentes al evento no fueran los mismos.
A pesar de lo extremadamente tradicional que la reina era al vestir, se dio a lo largo de su vida algunas licencias y así en el año 1999 para el Royal Variety Performance, lució una blusa de lentejuelas multicolores y una falda amarilla que enloqueció a los paparazzis y en otra ocasión con motivo de su cumpleaños 90 se vistió de verde limón para ver pasar a las tropas desde el balcón del Palacio de Buckingham.
En privado Isabel prefería ropa cómoda en tonos neutros, chaquetas de tweed, botas y pañuelos. Cuando se encontraba en su amado Balmoral lucía el tartán diseñado por el príncipe Alberto (1819-1961) -esposo de la reina Victoria su tataraabuelo- ; pero lo que nunca utilizó a pesar de ser la prenda más popular del mundo fue el denim, ya que lo consideraba poco elegante, e incómodo; y frente a eso pues nada podemos hacer, porque al final es cuestión de gustos.
Isabel decía “para cada edad hay un estilo” y eso fue lo que a través de su vida comunicó con cada uno de sus atuendos. Es cierto que muchos la tachaban de extremadamente convencional e inclusive de aburrida al vestir, pero ella lo tenía muy claro: “represento a la nación y me debo vestir de acuerdo al rol que la vida me dio”; y vaya que lo hizo con mucha elegancia, pero principalmente con dignidad.
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