El carrito del supermercado es un objeto tan común y corriente que estamos seguros que jamás se han preguntado quién lo inventó o de dónde salió, y es que pareciera que está allí desde siempre. Lo cierto es que el carrito del supermercado no ha estado siempre entre nosotros y obedece a la creatividad de un emprendedor en su deseo de brindar mayor comodidad y practicidad a sus clientes, "y no lo neguemos también por el deseo que compren más". Conozca la historia.
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Es probable que el carrito del supermercado hoy no nos cause ninguna sorpresa ni admiración; está ahí apilado en las puertas de los supermercados desde que tenemos memoria; pero lo cierto es que detrás de este humilde accesorio -hoy definitivamente nada novedoso- hay toda una historia de innovación y servicio que merece ser contada.
En épocas que hoy parecen sacadas de la película Jurassic Park, los clientes en las tiendas de abarrotes o en los primitivos supermercados tenían que comprar con las limitaciones de sólo poder cargar lo que realmente pudieran llevar, utilizando en ese momento la únicas dos herramientas con la que contaban: sus dos brazos y una pequeña canasta. Esto cambió radicalmente en 1937 cuando el propietario de una pequeña cadena de supermercados de Oklahoma llamada Humpty Dumpty, tuvo lo que hoy llamaremos una epifanía, ósea una visión: "crear una canasta de compras mucho más grande que las manuales y ponerle ruedas a fin de que los clientes pudieran comprar más y mejor". Había surgido el carrito de supermercado en su versión más primitiva.
¿Pero quién era este visionario? pues nada más y nada menos que Sylvan Goldman (1898-1984) hijo de unos inmigrantes judíos que como miles llegaron a Norteamérica a finales del Siglo XIX a buscar un futuro mejor, que decidieron a diferencia de miles no instalarse en las abarrotadas ciudades de la costa este como era lo habitual, sino que se adentraron un poco más al centro de Estados Unidos y se instalaron en el pequeño pueblo de Ardmore en el Estado de Oklahoma. Apenas pudo, Sylvan empezó a ayudar en el negocio familiar, una pequeña tienda de abarrotes en la calle principal del pueblo, ahí pasó su infancia, rodeado de mercadería y clientes que entraban y salían, la idea era que él tomara en algún momento las riendas del negocio familiar, pero llegó la Primera Guerra Mundial y Sylvan tuvo que partir al frente, fue enviado a Francia, de donde afortunadamente regresó en 1919, sano y salvo.
Al regresar del frente Sylvan de 21 años se asocia con su hermano Alfred y abren una pequeña tienda: Goldman Brothers Wholesale Fruits and Produce, en un pequeño pueblo de Texas, Breckenridge que por esa época sólo tenía 1,500 habitantes. El negocio empezó a caminar muy bien debido al "boom" petrolero en la zona, pero una vez que esta euforia petrolera terminó, las cosas se pusieron muy difíciles para los hermanos Goldman, que se ven obligados a cerrar el negocio y se trasladan a la soleada California donde encuentran trabajo en una tienda de abarrotes, pero ellos eran emprendedores de pura sepa y querían volver a tener su propio negocio y así deciden en 1920 regresar a la ciudad de Tulsa en Oklahoma donde con el apoyo de un préstamo familiar inauguran el primer supermercado del Estado: el 3 de abril de 1920 se abrían las puertas de Sun Grocery Company. Al año de haber inaugurado ya tenían 21 supermercados en todo el Estado y a los tres 50 tiendas. En 1929 los hermanos Goldman venden la cadena al supermercado Safeway, meses antes del desplome de la bolsa, y si bien salvaron parte de su fortuna, también se vieron muy afectados.
Con lo poco que les quedó empezaron un nuevo emprendimiento, un supermercado en Oklahoma City al cual le pusieron como nombre Standard Grocery, y debido al empuje y experiencia de estos aguerridos hermanos las cosas empezaron a caminar bien, con las ganancias compran en 1934 una pequeña cadena en quiebra el supermercado Humpty Dumpty, y es en este punto donde retomamos la historia del carrito de supermercado.
¿Pero cómo Sylvan Goldman llegó a la idea? Goldman se quedaba por horas en las tiendas de manera muy discreta observando los hábitos de compra de sus clientes, y es así que se da cuenta que las canastas no eran suficientes para satisfacer la demanda de productos que los clientes tomaban de las góndolas durante la compra. Inicialmente y para solucionar el problema Goldman entrenó al personal de tienda para estar atentos cuando algún cliente tuviera la canastilla repleta y cambiarla por una vacía, llevando la llena a la línea de cajas, pero esta era una solución temporal que no resolvía el problema. La idea finalmente vino de las sillas de madera plegable, de esas que tienen lona; las típicas de la playa. Goldman pensó que si a esa silla se le ponían ruedas y dos canastillas podría lograr un objeto que permitiera a la gente comprar sin cargar.
La idea evolucionó a lo que Goldman llamó: “Carrito plegable de compras”; una idea que logró patentar y que eran unos carritos con canastas grandes con ruedas que en vez de cargar se arrastraban, lo cual a primera vista parecía una idea genial, pero no fue así, sucedió todo lo contrario, los carritos tuvieron mucha resistencia para ser usados, principalmente por parte de los hombres, ya que sentían que arrastrar un carrito con ruedas les hacía perder masculinidad y para las mujeres empujar el carrito de compras les recordaba la tarea de empujar los coches de sus bebes y de eso ya estaban hartas. "Los paradigmas de la época convirtieron al carrito del supermercado en la mente de los hombres en lo más parecido a un símbolo gay mucho antes que la bandera con el arco iris existiera y para las mujeres era un monumento a su rol de ama casa sumisa y abnegada, del cual ansiaban por liberarse".
Sylvan Goldman no se dio por vencido; creía en su idea y estaba dispuesto a derrotar los viejos convencionalismos. Así pues decidió darle al carrito del supermercado la esencia de ser algo fuera de este mundo; “es lo novedoso, es sensacional, ya no tener que cargar” decían los anuncios del supermercado respecto de este novedoso artefacto. "¿Puedes imaginar recorrer los pasillos de un espacioso supermercado sin la molestia de cargar una incomoda canasta de mano?" señalaba otro aviso; pero a pesar de la publicidad y evidente comodidad, la resistencia a utilizarlos era enorme. Las amas de casa manifestaban que no estaban de acuerdo que inclusive en el día de las compras tuvieran que empujar carritos; que eso lo hacían todos los días y los hombres se sentían ofendidos por el hecho que el carrito les recordaba que no eran suficientemente fuertes para cargar las compras y por ende no tenían la fuerza para ser los amos y señores de sus casas. ¿Se imaginan lo absurdo de las objeciones?
Goldman no se iba a quedar con los brazos cruzados y aceptar mansamente que su idea había fracasado, por lo que en una acción desesperada, pero no poco inteligente, contrató a hombres y mujeres para que empujaran los carritos haciéndose pasar por clientes. La estrategia funcionó y los carritos empezaron a ser utilizados; tanto fue el éxito que otras cadenas de supermercados de la zona empezaron a solicitar que Goldman les vendiera los carritos.
En la historia del carrito del supermercado no podemos dejar de mencionar a Orla Watson (1896-1983) ingeniero e inventor que se inspira en el carrito de Sylvan Goldman para lanzar una versión mejorada, y así lanza en 1949 el carrito telescopio, una estructura metálica con ruedas en donde se podían colocar canastas y lo que era realmente innovador se podían apilar uno detrás de otro. El carrito de Orla Watson es el antecedente más claro del actual carrito del supermercado, el metálico, apilable, el de toda la vida, pero lo cierto es que su invención original se le atribuye a Goldman, que a base de observación y preocupación por brindar un mejor servicio a sus clientes concibió esta brillante idea.
Como todo en la vida el carrito del supermercado ha evolucionado desde los tiempos de Sylvan o Watson y hoy hay muchas y variadas versiones, entre las que destaca Caper, que tiene como finalidad eliminar las colas en las cajas y ofrecer una experiencia mucho más familiar a los clientes.
Caper viene con un lector de código de barras y un sistema para deslizar las tarjetas de crédito, pero la idea al corto plazo es que no se tengan que scannear los productos y que simplemente con sólo ponerlos en el carrito a través de lectores tridimensionales instalados en el carrito, se carguen los productos, de modo que al final el cliente tiene sólo que pagar. Lo cierto es que sin importar lo tecnológico que el carrito de compras se vuelva, no podemos olvidarnos de Sylvan Goldman, el inventor; ya lo sabe la próxima vez que vaya al supermercado y use el carrito de compras, ya sabe a quién agradecerle.