Durante siglos la vestimenta del Papa ha sido básicamente la misma, esto obedece a una rigurosa tradición gestada a través de  los años que no tiene nada que ver con las tendencias de la moda. La idea del vestuario es que el Sumo Pontífice sea rápidamente reconocido y eso se logra con la tradicional sotana blanca que lleva 33 botones, cada uno por cada año de la vida de Jesús.

La costumbre de vestirse de color  blanco fue iniciada por el Papa Pio V (1504-1572), sacerdote dominico que ascendió al trono de San Pedro en 1566 y que decidió conservar el hábito blanco de su Orden, complementando su vestimenta con unos zapatos de cuero rojo cereza que simbolizaban la sangre de los mártires de la Iglesia. Desde esa época todos los Papas se han vestido más o menos igual. 

Pablo VI (1897-1978) en la década de los sesenta del siglo introdujo ciertos cambios al estricto protocolo y  abolió la costumbre de besar los zapatos cada vez que hablaban con él, retiró la cruz de oro que los decoraba, pero los siguió usando.

Juan Pablo II (1920-2005), hombre sencillo pero muy pegado a las tradiciones, mantuvo la costumbre de utilizar la túnica blanca y los zapatos rojos, pero su sucesor el Papa Benedicto XVI-1927, que tenía gustos más sofisticados y se preocupaba mucho por su atuendo, vestía de impecable blanco, pero insistía que sus hábitos fueran confeccionados a medida por expertos sastres italianos con telas costosas, y los zapatos rojos que se confeccionaran a medida en piel de becerro.

Benedicto utilizaba el hábito más corto, hasta el tobillo, de modo que era imposible no darse cuenta de los famosos zapatos rojos, y como podrán imaginar esto generó encendidos comentarios en la prensa ya que para muchos era inaceptable que calzara zapatos de mínimo 400 euros, pero hacía caso omiso a las críticas y los uso hasta el último día de su mandato.

La llegada del Papa Francisco-1936, en marzo del 2013  al Vaticano, significó un cambió radical las cosas no solo al interior de la institución, sino también respecto de la vestimenta y es que con 1.100 millones de católicos alrededor del mundo que lo ven como un modelo a seguir, el actual Papa quería dar una imagen de sencillez y austeridad (y lo sigue haciendo), así que tomó la decisión de no utilizar los tradicionales zapatos rojos confeccionados por Adriano Stefanelly y utilizar unos  muy sencillos zapatos negros, los mismos que había utilizado los últimos 40 años.

El Papa tiene predilección por las prendas cómodas y sencillas y es enemigo de aquellas muy ornamentadas. Poco a poco ha ido reemplazado en sus diversas apariciones los ropajes tradicionales por prendas simples, acordes a los tiempos que hoy vivimos. Esto no solo lo hace por comodidad sino también para dar un ejemplo al clero mundial, y si bien muchos han adoptado la manera de vestir del Sumo Pontífice, otros se resisten a cambiar.   

La empresa Gammarelli la gran marca que desde 1798 viene vistiendo al Vaticano, desde su local en la Vía Santa Chiara, reconoce que si bien el Papa se viste de manera sencilla, muchos sacerdotes siguen teniendo predilección por prendas costosas y siguen recibiendo muchísimos pedidos principalmente de la alta jerarquía norteamericana, que está dispuesta a gastarse entre 2,000 y 4,000 euros, que es el precio del atuendo completo por ejemplo de un cardenal y que podría superar estos valores si se desea que sean fabricados en seda pesada, donde un solo fajín puede superar los 200 euros. 

La serie The Young Pope-2016  retrata justamente la predilección del clero por las prendas ostentosas, donde el ficticio Pio XIII  -interpretado por Jude Law-1972- no lo esconde, luciendo extravagantes atuendos y evidentemente los famosos zapatos rojos, que para la serie fueron fabricados por  nada más y nada menos que Christian Louboutin-1964, utilizando el más fino terciopelo veneciano e incrustaciones de oro. En la serie cuando el nuevo Papa asume el cargo señala: “Quiero empezar una revolución y empezaré por la ropa”, definitivamente un ataque directo a la manera exagerada de vestirse de muchos jerarcas católicos en Estados Unidos, que ha sido muy criticada por la prensa mundial.

En la vida real, el Papa Francisco se ha desprendido de cualquier elemento que pueda si quiera sugerir un ápice de pretensión: utiliza un hábito blanco de algodón y sus zapatos negros de toda la vida, que durante los primeros siete años frente a la Iglesia Católica fueron fabricados en Buenos Aires por su zapatero de siempre, el argentino Carlos Samaria (1931-2020), que los confeccionaba para él con cariño y paciencia ya que Jorge Mario Bergoglio (para quienes olvidaron su verdadero nombre) tiene una pierna ligeramente más corta que otra.

Desafortunadamente Samaria murió en el 2020, y el Papa hoy recurre a zapateros italianos pero mantuvo el mismo modelo, negro, clásico y muy cómodo. El mensaje del Sumo Pontífice es muy claro “El Papa no viste de Prada”.