Las crayolas nacieron a principios del siglo pasado, exactamente en el año de 1903, ; y surgieron de un experimento realizado por los primos Edwin Binney (1866-1934) y Harold Smith,  al desarrollar un nuevo tipo de tiza de color no tóxica. La fragilidad de los primeros productos en las manos de los niños, hizo que se migrara en 1904 del cemento, pizarra y talco a la parafina y pigmentos de colores, que es el material con el cual actualmente se siguen fabricando.

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Pero vamos un poco más atrás, estos primos habían unido esfuerzos en 1885, abriendo en Nueva York una fábrica Binney & Smith Company para la venta de colorantes de tipo industrial, concretamente para brindar el pigmento exacto para teñir las llantas de los que por esa época eran los innovadores automóviles.

Buscando diversificarse y ofrecer una gama variada de productos, empezaron a fabricar tizas para pizarra con materiales industriales fabricadas con una mezcla de cemento, pizarra y talco, que los llevó a inventar la primera tiza blanca inodora, con la cual ganaron la medalla de oro de la Feria Mundial de San Luis Misuri 1902; osea que no solo las crayolas sino las tizas también se les deben a estos innovadores primos.

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Pero volvamos a las crayolas. Nos habíamos quedado en que fueron inventadas en 1903 (tipo tizas) y tuvieron muy buena recepción por parte de las profesoras de la época; es más Alice Binney, esposa de Edwin fue quién las bautizó con el nombre de Crayola, palabra derivada del francés  “craie” que significa tiza  y “ola” derivada de la raíz latina que significa aceite. El sufijo “ola” era por esa época muy popular para crear nombres y así surgieron nombres como Granola, Shinola o Mazola.

Las primeras crayolas se empezaron a vender en cajas que las presentaban en tamaños diferentes, pero con una paleta de colores relativamente limitada. Para 1905 las crayolas migran a la parafina como insumo principal y así las ventas se dispararon. Las crayolas fabricadas de parafina eran más resistentes y versátiles, al punto que en esa época se comercializaban 18 tipos de cajas de crayolas en cinco tamaños y hasta en 30 colores distintos. 

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El producto se comercializaba no solo para uso escolar sino se diseño una línea sin la clásica cobertura de papel, dirigida a expertos artistas, pero sin lugar a dudas la caja más popular era la que contenía los 8 colores básicos, que todos nosotros hemos tenido alguna vez.

En 1926 la empresa Binney & Smith compró la Munsell Color Company y añadió a la gama de 30 colores, 22 más. En 1934 se lanza la caja con el mayor número de colores hasta el momento: 52, que en 1944 fue descontinuada. En 1949 lanzaron la caja de 48 colores en una caja muy vistoza. No había niño en norteamérica y en el mundo que no quisiera tener una de esas cajas.

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El mayor crecimiento de la empresa se dio en la década de los cincuenta,- una época particularmente próspera en Estados Unidos-, que es cuando la marca lanza la caja de 64 colores, que incluía un pequeño tajador, con un espacio para guardarlo en la caja. Fue tanta la influencia de este producto en la cultura norteamericana que una de esas primeras cajas, se exhibe en el Smithsonian National Museum of American History en Washington DC. 

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Desde esa época la marca no ha dejado de crecer al punto que la empresa se hizo pública en 1963 e ingresó con bombos y platillos a Wall Street.

Ha sido tal su impacto y su penetración que “Crayola®” se ha convertido en el primer referente para todo el mundo y se ha posicionado al punto de convertirse en el nombre genérico para denominar cualquier producto con las mismas características, tal como sucede con algunas marcas de bebidas y pañuelos.

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A lo largo de los años, Binney & Smith (luego conocido como Crayola LLC) continuó innovando con nuevos productos y características, como crayolas lavables, crayolas perfumadas y crayolas con efectos especiales. La invención de las crayolas no solo revolucionó la forma en que los niños se acercaban al arte y la coloración, sino que también se convirtió en un ícono cultural reconocible en todo el mundo.

Recientemente un estudio de la “Universidad de Yale” descubrió, que el aroma de los crayones, es uno de los olores, mejor reconocidos por los adultos clasificando los crayones de Crayola® en el lugar 18, mas reconocible que el queso, que ocupa el lugar 19.

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Una empresa que nació con ocho tonos básicos: negro, café, azul, rojo, morado, naranja, verde y amarillo hoy pone a disposición 150 colores.

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Con 110 años de existencia, los productos crayola, no pierden actualidad y se venden en más de 80 países y se empacan en 12 diferentes idiomas: inglés, francés, holandés, alemán, italiano, español, portugués, danés, finlandés, japonés, sueco y noruego.

Hoy existen varios tipos de crayones especializados para cada tipo etapa del crecimiento de los niños como los Crayones Jumbo, So Big. La marca impulsa a los niños a experimentar y desarrollar su creatividad dejando volar su creatividad a través de trazos.

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Crayola busca ser un lazo entre padres e hijos, ya que a través de los trazos pueden descubrirse mutuamente y convertir un dibujo en una obra de arte llena de vida y color. Esto aunado al desarrollo de nuevas habilidades que los inspirarán a seguir creciendo y creando.

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Ya lo sabe, cada vez que vaya a una papelería o supermercado y vea una de las clásicas cajas de 64 crayolas, recuerde que detrás se esconde una historia de innovación, dedicación, persistencia, pero principalmente pasión.